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Déjenlos inyectarse mercurio

"¿Usted me quiere decir que, desde 1929, hemos estado usando el timerosal y la única prueba que conoce es la que se hizo en 1929? ¿Y que cada una de esas personas tenía meningitis y todos murieron?" -Dan Burton (R-IN) interrogando al Dr. William Egan de la FDA en la Audiencia del Congreso de EE.UU (junio 6/02).

«¿Usted me quiere decir que, desde 1929, hemos estado usando el timerosal y la única prueba que conoce es la que se hizo en 1929?
¿Y que cada una de esas personas tenía meningitis y todos murieron?»
-Dan Burton (R-IN) interrogando al Dr. William Egan de la FDA en la Audiencia del Congreso de EE.UU
(junio 6/02).

De todos los elementos conocidos por el hombre solamente el plutonio supera en toxicidad al mercurio.

El mercurio es una toxina que se encuentra naturalmente en el ambiente, pero la mayoría surge de las actividades humanas. Se manifiesta en diversas formas: elementos metálicos, compuestos orgánicos y compuestos inorgánicos (en sus formas vaporosas, líquidas y sólidas).

El mercurio es un neurotóxico particularmente agudo cuyo efecto en el cerebro se puede observar en fotografías microscópicas en tiempo real. En este documental (link) pueden ver las imágenes que muestran cómo el mercurio destruye las neuronas del cerebro. Y esta destrucción es irreversible.

La exposición al mercurio en el útero o durante la primera infancia puede detener el desarrollo cerebral. Este peligroso elemento se ha ligado al retraso mental, a la epilepsia, al autismo, al ADD (Trastorno de déficit de atención) y a otras discapacidades que afectan el comportamiento y la salud mental y emocional de las personas.

De acuerdo con la Environmental Protection Agency (Agencia de protección ambiental —EPA—), 1 de cada 6 mujeres en edad de reproducción tiene suficiente mercurio en el organismo como para generarle daños a su bebé.

Estas cifras son alarmantes y su gravedad aumenta al considerar que, tras salir del útero, los bebés deben enfrentar nuevas intoxicaciones por mercurio, en su forma de timerosal.

El timerosal es un preservativo desarrollado por el hombre que contiene etilmercurio, un potente neurotóxico que se utiliza en sprays nasales, gotas para ojos y en las vacunas. Este preservativo fue desarrollado y comercializado por Eli Lilly (el productor del Prozac) en la década de 1930 y hasta el sol de hoy no se ha evaluado siguiendo los estándares de seguridad modernos.

El timerosal es, también, un conocido carcinógeno humano, mutágeno, teratógeno y un disruptor del sistema inmunológico en niveles inferiores a 1 parte por millón. Es un compuesto que causa choques anafilácticos (alérgicos). Adicionalmente, se reconoce como una toxina reproductiva y fetal para la que no se ha establecido nivel alguno de seguridad toxicológica, lo que quiere decir que, para los seres humanos, incluso un nanogramo puede ser tóxico.

¿Qué cantidad de timerosal es segura en una vacuna?

La Academia Nacional de Ciencias, siguiendo los lineamientos de la EPA para el consumo de pescado, ha fijado el límite aceptable en 0.1 microgramos de metilmercurio diario, por kilogramo de peso. No obstante, algunas vacunas tienen 25 microgramos de mercurio, 50 veces la cantidad límite superior establecida para un bebé de 11 libras.

Según Lucija Tomljenovic, PhD en Biología Molecular de la Universidad de British Columbia, cuando el mercurio entra por vía oral al organismo, éste absorbe aproximadamente el 25% de la neurotoxina. Pero al ser inyectada la absorción pasa a ser del 100% y entra directamente al torrente sanguíneo, sin las barreras de defensa que supone la ingestión alimentaria.

Si tenemos en cuenta esta salvedad, una vacuna contiene 200 veces la cantidad “aceptable” de mercurio sugerida por la EPA.

«Ni siquiera se puede construir un estudio que muestre que el timerosal es seguro», dice Boyd Haley, ex director del Departamento de Química de la Universidad de Kentucky y una de las autoridades mundiales en toxicidad del mercurio. «Es simplemente demasiado tóxico. Si se inyecta timerosal en un animal, su cerebro va a enfermar. Si se aplica a los tejidos vivos, las células mueren. Si lo pones en una placa de Petri, el cultivo muere. Sabiendo estas cosas, sería sorprendente que uno pudiera inyectarlo en un bebé sin causar daño”.

Una pregunta difícil de responder: ¿Por qué se incluye este temible neurotóxico en sprays, gotas y en las vacunas que se inyectan en los bebés a las pocas horas de nacer?

¿Será que las autoridades sanitarias no se han dado cuenta de que este ingrediente hace parte de los remedios y vacunas que recomiendan como seguros y efectivos?

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